
Mi nombre es Lobo y soy una pantera... Bueno, un gato negro común de pelo corto como pone en mi tarjeta del médico. Tengo los ojos amarillos y soy grande y fuerte. Soy un gato un poco chulo, sí. Vivo con dos gatos grandes un poco raros, pero no me importa mucho. La comida es buena, el baño siempre está limpio para mí y el sofá es cómodo y calentito. A los gatos grandes les dejo hacer, siempre que no se entrometan en mi espacio. Si esto pasa no dudo en sacar las uñas y dejar claro quién manda aquí.
Todas las mañanas cuado la gata grande se levanta me aseguro de que sepa donde estoy en cada momento con maullidos de buen volumen y roces contra sus patas. Creo que es extranjera porque no le entiendo muy bien pero parece que no se levanta muy contenta porque sus especie de maullidos suenan a queja cuando me mira. No creo que sea por mí, hay gatos que simplemente tienen mal despertar, ya sabéis...
Cuando ya llevo más de cincuenta maullidos (además de ser guiri, creo que no oye bien) y algún que otro mordisquillo en sus patas (cuando tengo hambre no controlo), llena el bol de comida.
No sé qué tiene con la comida, la guarda y la saca muy pocas veces al día. Creo que esto lo hace para mantener una especie de control sobre mí. ¡Ella no sabe que entre siesta y siesta planeo hacerle ver que el manda aquí soy yo! Normalmente, después de comer se me olvida todo. Soy de carácter sencillo, una vez acabo el bol me entra mucho sueño y ya no me apetece atacarla. Me gusta ponerme en sus patas cuando se sienta y hacerme una bolita. Siempre he pensado que no es muy lista, aunque pensándolo mejor quizá es el idioma... Es muy cómoda y cariñosa, eso sí se lo doy.
Aún no he hablado del otro gato, el gato mayor. Él suele despertarse un poquito más tarde, así que a veces, después del bol, por supuesto, voy hasta la cama y me duermo a su lado. Se está calentito y él es agradable para amasar. Este gato me cae bastante bien, aunque también es extranjero, nos entendemos bien. Cuando ya estoy en mis primeras horas de sueño del día, los gatos grandes desaparecen hasta la hora de la cena. No me suelen molestar durante el día, esto lo agradezco, un gato pantera como yo necesita de su descanso.
Aunque sean gatos raros y extranjeros, les he cogido cariño. No sé realmente por qué, pero si aparecen he de reconocer que me gusta estar a su lado.
El gato mayor solía pasar muchas horas en casa delante de una caja caliente con teclas de la que salían sonidos. Esta caja me encanta... Las mejores siestas de mi vida son al lado de esta caja, os lo aseguro, pero últimamente el gato mayor desparaece durante todo el día y no me gusta nada esto. ¡Mi manada ha de estar unida! Se lo hago saber cuando por fin decide aparecer por casa; ¡este también ha de saber quién manda!
La gata grande cada día aparece normalmente un poco antes de cenar. Para que no se olvide le hago saber que tengo hambre desde que la veo aparecer por la puerta misteriosa que lleva a las escaleras frías donde no hay comida ni moscas que cazar. Realmente este lugar no me interesa lo más mínimo. He de decir que la gataza parece que me quiere mucho, me da muchos mimos y me deja acomodarme encima siempre que se tumba o se sienta. Ella se preocupa mucho por mí, me peina, me da de comer, me quita legañas, me da masajes y me limpia el baño. Como la veo tan preocupada por mí le doy cariño, la verdad. Es maja, no muy lista, pero se ve que le gusto.
Durante el día básicamente duermo y si me abren la puerta de la terraza entonces sí, ahí sale mi lado salvaje. Soy el gran cazador de la casa; las moscas, palomas y lagartijas me temen. Soy aventurero y me guío por instintos. Soy el “Mad Max” del vecindario.
Hay días en los que estamos todos en casa y aunque no los entienda mucho son los días que más disfruto. Me gusta tenerlos alrededor, son calentitos y grandes. Cuando me subo a sitios altos me cogen y parece que vuelo. Me encanta esa sensación, controlo todos los ángulos. ¡Ojalá pudiera volar! Algunos días sueño que soy una especie de gato volador y me encuentro soñando con mis patas delanteras estiradas como si surcara los aires cazando moscas y palomas de la terraza. ¡Oh! ¡Si volara sería el dueño de la comarca! ¡Así sí que se enterarían todos de quién es el que realmente manda aquí!
Lobo.
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Verónica Alonso(estilista de profesión y baterista de vocación en Me and the Bees)
@lomismoescierto
Fotografia de portada: Eduard Montoya
Text: Verónica Alonso
Correcció: Joanaina Font
Todas las mañanas cuado la gata grande se levanta me aseguro de que sepa donde estoy en cada momento con maullidos de buen volumen y roces contra sus patas. Creo que es extranjera porque no le entiendo muy bien pero parece que no se levanta muy contenta porque sus especie de maullidos suenan a queja cuando me mira. No creo que sea por mí, hay gatos que simplemente tienen mal despertar, ya sabéis...
Cuando ya llevo más de cincuenta maullidos (además de ser guiri, creo que no oye bien) y algún que otro mordisquillo en sus patas (cuando tengo hambre no controlo), llena el bol de comida.
No sé qué tiene con la comida, la guarda y la saca muy pocas veces al día. Creo que esto lo hace para mantener una especie de control sobre mí. ¡Ella no sabe que entre siesta y siesta planeo hacerle ver que el manda aquí soy yo! Normalmente, después de comer se me olvida todo. Soy de carácter sencillo, una vez acabo el bol me entra mucho sueño y ya no me apetece atacarla. Me gusta ponerme en sus patas cuando se sienta y hacerme una bolita. Siempre he pensado que no es muy lista, aunque pensándolo mejor quizá es el idioma... Es muy cómoda y cariñosa, eso sí se lo doy.
Aún no he hablado del otro gato, el gato mayor. Él suele despertarse un poquito más tarde, así que a veces, después del bol, por supuesto, voy hasta la cama y me duermo a su lado. Se está calentito y él es agradable para amasar. Este gato me cae bastante bien, aunque también es extranjero, nos entendemos bien. Cuando ya estoy en mis primeras horas de sueño del día, los gatos grandes desaparecen hasta la hora de la cena. No me suelen molestar durante el día, esto lo agradezco, un gato pantera como yo necesita de su descanso.
Aunque sean gatos raros y extranjeros, les he cogido cariño. No sé realmente por qué, pero si aparecen he de reconocer que me gusta estar a su lado.
El gato mayor solía pasar muchas horas en casa delante de una caja caliente con teclas de la que salían sonidos. Esta caja me encanta... Las mejores siestas de mi vida son al lado de esta caja, os lo aseguro, pero últimamente el gato mayor desparaece durante todo el día y no me gusta nada esto. ¡Mi manada ha de estar unida! Se lo hago saber cuando por fin decide aparecer por casa; ¡este también ha de saber quién manda!
La gata grande cada día aparece normalmente un poco antes de cenar. Para que no se olvide le hago saber que tengo hambre desde que la veo aparecer por la puerta misteriosa que lleva a las escaleras frías donde no hay comida ni moscas que cazar. Realmente este lugar no me interesa lo más mínimo. He de decir que la gataza parece que me quiere mucho, me da muchos mimos y me deja acomodarme encima siempre que se tumba o se sienta. Ella se preocupa mucho por mí, me peina, me da de comer, me quita legañas, me da masajes y me limpia el baño. Como la veo tan preocupada por mí le doy cariño, la verdad. Es maja, no muy lista, pero se ve que le gusto.
Durante el día básicamente duermo y si me abren la puerta de la terraza entonces sí, ahí sale mi lado salvaje. Soy el gran cazador de la casa; las moscas, palomas y lagartijas me temen. Soy aventurero y me guío por instintos. Soy el “Mad Max” del vecindario.
Hay días en los que estamos todos en casa y aunque no los entienda mucho son los días que más disfruto. Me gusta tenerlos alrededor, son calentitos y grandes. Cuando me subo a sitios altos me cogen y parece que vuelo. Me encanta esa sensación, controlo todos los ángulos. ¡Ojalá pudiera volar! Algunos días sueño que soy una especie de gato volador y me encuentro soñando con mis patas delanteras estiradas como si surcara los aires cazando moscas y palomas de la terraza. ¡Oh! ¡Si volara sería el dueño de la comarca! ¡Así sí que se enterarían todos de quién es el que realmente manda aquí!
Lobo.

Verónica Alonso(estilista de profesión y baterista de vocación en Me and the Bees)
@lomismoescierto
Fotografia de portada: Eduard Montoya
Text: Verónica Alonso
Correcció: Joanaina Font