
Una de las cosas que más hago y repito cada semana son maletas. Por mi trabajo hago unas 3 o 4 maletas semanalmente... Siempre he pensado que las mudanzas se me dan bien por esto, no les tengo ningún miedo. Saber preparar y organizar una maleta es un arte que he ido perfeccionando a lo largo de los años a base de contracturas en la espalda. La primera maleta que preparé yo solita, o que yo recuerde, fue la mochila del único campamento de verano al que he ido. Mi madre me dictó como responsable de organizar y encontrar todo lo que había puesto en una lista, una linterna, ungüento anti mosquitos, jabón Lagarto, unas cangrejeras... Creo que lo pasé tan bien haciendo esta mochila como en los 15 días en el río al que fuimos... je,je.
Unos años después vinieron mis escapadas de fin de semana a Torrelavega. Tenía un grupo: Era la cantante sustituta y el cantante original se había ido un año a estudiar a U ESE A. ¡Era mi momento!
Fue la época en la que más he esperado el fin de semana de mi vida. Tenía que llevar ropa cómoda, ya que ensayábamos en medio de un descampado en una antigua cuadra, muy limpia y bien acomodada, he de puntuar, pero con un generador fuera al que había que ir echando gasolina y sin baño... El pipi, en el campo... Aún así, era la cantante sustituta, era la líder sustituta y la única chica de la banda: tenía que ir algo molona. Tenían que darse cuenta de que yo también sabía de grupos de música, jaja, así que no había ensayo al que no fuera sin mis camisetas de No fun at all o NOFX (sí, no tenía muchas, tenía 2...). Realmente, hacer esas maletas con mis Dickies 4 tallas más grandes, las Airwalk destrozadas y mis dos camisetas molonas de grupos de hardcore melódico me ponía contentísima.
Después del verano de 1999, llegó la hora de ir a la universidad. Casi todos mis amigos y yo fuimos a Salamanca. ¡Recuerdo que hacer las maletas para irme a vivir fuera con una amiga a un piso por nuestra cuenta fue muy excitante! ¡Me lo quería llevar todo! Quería decorar cada metro cuadrado de pared con posters y fotos. Era una adulta para la sociedad, pero una adolescente libre por fin en mi cabeza, en mi cabeza con rastas y luego pelo de color azul... Pero ese es otro tema.
Acabé volviendo a llevar cosas a casa de mis padres cada vez que volvía de visita, fui una exagerada y lo pagué cargando doble. En 2001 conocí a mi amiga Chus y un poco más tarde a Cristina. Conocer a estas dos hembras maravillosas fue un antes y un después en el mundo de organizar maletas para mí.
Su nivel es máximo, perfecto. Esto se mostraba en los días previos al festival de música al que asistíamos. Se relacionaba cada prenda con cada momento del día con todos sus complementos, zapatos y bolso a juego. Hablo de nivel top, listas para el día y para la noche, para la playa, para dormir en tienda o en hostal... Secadores, champú, gel, cremas, toallas, una para el pelo, otra para el cuerpo y otra para la playa, maquillaje, pendientes, gafas... Todo acorde con cada look para cada momento. He de decir que siempre lo usábamos todo y nunca nos faltaba de nada, aunque fuéramos cargadas como mulas. ¡Nos daba igual! ¡Qué divertidos esos festivales con mis amigas! Los echo de menos...
Esta semana ando liada (estoy histérica, vamos) organizando otro tipo de maleta: la de irse a tocar fuera.
Cuando te vas unos días a tocar fuera organizar una buena maleta con lo esencial es primordial. El concepto “esencial” varía según la persona, ya os imaginaréis... Conozco el caso de una persona (no vamos a dar nombres) que se fue de gira 10 días con una bolsa de supermercado en la que llevaba otra camiseta y dos calzoncillos más. Esto era lo esencial para él, ¡está claro! En mi caso, no puedo llevar todo lo “esencial” que me gustaría. Me ponga como me ponga voy a estar abierta de piernas delante del público, así que según qué prendas quedan descartadas. Hacer la maleta para una gira es realmente llevar lo que te quepa en el mínimo espacio. La furgoneta, o incluso la maleta, ya se carga de instrumentos y lo mejor es no añadir mucho más peso a tu día a día. Cuando llevas una maleta enorme con platos, caja y sus fundas dentro rezas para que unos pantalones, el jersey y la ropa interior te quepan en las esquinas. Por lo demás ya te apañarás como puedas.
Hacer una maleta es siempre algo emocionante, no siempre alegre, es verdad. Aquí he descrito las maletas que más me gustan o me han gustado hacer, pero bueno, todos hemos hecho la maleta después de una relación rota o recogido las pertenencias de un familiar fallecido... Estas son duras de hacer y aún así son terapéuticas. Nada más liberador que hacer una maleta de mala leche tirando las cosas de cualquier manera acordándose de lo equivocada que estabas queriendo a ese capullo/a en cuestión o echándose a llorar recogiendo las fotos antiguas. Ayuda a seguir adelante. ¡Viva las maletas! ¡Viva a lo que te llevan!
Verónica Alonso(estilista de profesión y baterista de vocación en Me and the Bees)
@lomismoescierto
Fotografia de portada: Eduard Montoya
Text: Verónica Alonso
Correcció: Joanaina Font
Unos años después vinieron mis escapadas de fin de semana a Torrelavega. Tenía un grupo: Era la cantante sustituta y el cantante original se había ido un año a estudiar a U ESE A. ¡Era mi momento!
Fue la época en la que más he esperado el fin de semana de mi vida. Tenía que llevar ropa cómoda, ya que ensayábamos en medio de un descampado en una antigua cuadra, muy limpia y bien acomodada, he de puntuar, pero con un generador fuera al que había que ir echando gasolina y sin baño... El pipi, en el campo... Aún así, era la cantante sustituta, era la líder sustituta y la única chica de la banda: tenía que ir algo molona. Tenían que darse cuenta de que yo también sabía de grupos de música, jaja, así que no había ensayo al que no fuera sin mis camisetas de No fun at all o NOFX (sí, no tenía muchas, tenía 2...). Realmente, hacer esas maletas con mis Dickies 4 tallas más grandes, las Airwalk destrozadas y mis dos camisetas molonas de grupos de hardcore melódico me ponía contentísima.
Después del verano de 1999, llegó la hora de ir a la universidad. Casi todos mis amigos y yo fuimos a Salamanca. ¡Recuerdo que hacer las maletas para irme a vivir fuera con una amiga a un piso por nuestra cuenta fue muy excitante! ¡Me lo quería llevar todo! Quería decorar cada metro cuadrado de pared con posters y fotos. Era una adulta para la sociedad, pero una adolescente libre por fin en mi cabeza, en mi cabeza con rastas y luego pelo de color azul... Pero ese es otro tema.
Acabé volviendo a llevar cosas a casa de mis padres cada vez que volvía de visita, fui una exagerada y lo pagué cargando doble. En 2001 conocí a mi amiga Chus y un poco más tarde a Cristina. Conocer a estas dos hembras maravillosas fue un antes y un después en el mundo de organizar maletas para mí.
Su nivel es máximo, perfecto. Esto se mostraba en los días previos al festival de música al que asistíamos. Se relacionaba cada prenda con cada momento del día con todos sus complementos, zapatos y bolso a juego. Hablo de nivel top, listas para el día y para la noche, para la playa, para dormir en tienda o en hostal... Secadores, champú, gel, cremas, toallas, una para el pelo, otra para el cuerpo y otra para la playa, maquillaje, pendientes, gafas... Todo acorde con cada look para cada momento. He de decir que siempre lo usábamos todo y nunca nos faltaba de nada, aunque fuéramos cargadas como mulas. ¡Nos daba igual! ¡Qué divertidos esos festivales con mis amigas! Los echo de menos...
Esta semana ando liada (estoy histérica, vamos) organizando otro tipo de maleta: la de irse a tocar fuera.
Cuando te vas unos días a tocar fuera organizar una buena maleta con lo esencial es primordial. El concepto “esencial” varía según la persona, ya os imaginaréis... Conozco el caso de una persona (no vamos a dar nombres) que se fue de gira 10 días con una bolsa de supermercado en la que llevaba otra camiseta y dos calzoncillos más. Esto era lo esencial para él, ¡está claro! En mi caso, no puedo llevar todo lo “esencial” que me gustaría. Me ponga como me ponga voy a estar abierta de piernas delante del público, así que según qué prendas quedan descartadas. Hacer la maleta para una gira es realmente llevar lo que te quepa en el mínimo espacio. La furgoneta, o incluso la maleta, ya se carga de instrumentos y lo mejor es no añadir mucho más peso a tu día a día. Cuando llevas una maleta enorme con platos, caja y sus fundas dentro rezas para que unos pantalones, el jersey y la ropa interior te quepan en las esquinas. Por lo demás ya te apañarás como puedas.
Hacer una maleta es siempre algo emocionante, no siempre alegre, es verdad. Aquí he descrito las maletas que más me gustan o me han gustado hacer, pero bueno, todos hemos hecho la maleta después de una relación rota o recogido las pertenencias de un familiar fallecido... Estas son duras de hacer y aún así son terapéuticas. Nada más liberador que hacer una maleta de mala leche tirando las cosas de cualquier manera acordándose de lo equivocada que estabas queriendo a ese capullo/a en cuestión o echándose a llorar recogiendo las fotos antiguas. Ayuda a seguir adelante. ¡Viva las maletas! ¡Viva a lo que te llevan!
Verónica Alonso(estilista de profesión y baterista de vocación en Me and the Bees)
@lomismoescierto
Fotografia de portada: Eduard Montoya
Text: Verónica Alonso
Correcció: Joanaina Font